Cuando pensamos en viajar, a menudo lo hacemos con la intención de conocer culturas diferentes. Sin embargo, en un mundo globalizado donde las tecnologías han uniformado costumbres y tradiciones, encontrar algo verdaderamente único puede ser un desafío. Para quienes buscan una experiencia cultural distinta, el condado de Lancaster, en Pensilvania, ofrece la oportunidad de viajar no solo a otro lugar, sino también a otro tiempo: el siglo XVII.
El encanto de una vida sin tecnología
A tan solo 264 kilómetros de Nueva York y 194 kilómetros de Washington D.C., se encuentra la comunidad amish, originaria de Suiza y Alemania. Los amish han mantenido un estilo de vida austero y pacifista, rechazando cualquier forma de tecnología moderna. Sus costumbres, basadas en principios religiosos, les han permitido preservar una forma de vida que parece haber quedado detenida en el tiempo.
El paisaje de Lancaster es rural y pintoresco, con campos de maíz, graneros, puentes de madera y los icónicos carros tirados por caballos. Explorar esta zona es como entrar en una postal del pasado, lejos de los rascacielos y la conectividad moderna.
Una comunidad con historia
Los orígenes de los amish se remontan a 1693, cuando surgieron como un movimiento protestante anabaptista que buscaba interpretar la Biblia de manera estricta. Tras separarse de diversas ramas cristianas, llegaron al condado de Lancaster en 1730, huyendo de la persecución religiosa en Europa. Hoy, este condado es el corazón de la comunidad amish en Estados Unidos y el lugar perfecto para entender su estilo de vida.
Al recorrer pueblos como Paradise, Intercourse o Bird in Hand, el visitante puede observar y respetar las costumbres locales. Los amish, aunque reservados, suelen ser amables y dispuestos a dialogar sobre su cultura siempre que se les aborde con respeto.
Costumbres y tradiciones únicas
La vida de los amish está regida por el Ordnung, un conjunto de normas que varían ligeramente según el distrito, pero que definen aspectos esenciales como la vestimenta, las interacciones sociales y la rutina diaria. Por ejemplo, los hombres dejan crecer su barba al llegar a la madurez, mientras que las mujeres visten de forma modesta, evitando cualquier tipo de joyería.
Una etapa significativa en la vida de los jóvenes amish es el Rumspringa, un período de reflexión en el que tienen la oportunidad de explorar el mundo exterior y decidir si desean continuar en la comunidad. La mayoría opta por regresar, manteniendo sus raíces y valores intactos.
Una experiencia de otro tiempo
Una de las imágenes más impactantes de Lancaster son los buggies, los carros tirados por caballos que los amish utilizan como principal medio de transporte. Pintados en colores oscuros, se desplazan lentamente por los arcenes, en contraste con el ritmo acelerado de la vida moderna. Este rechazo a los automóviles no es casual; forma parte de su filosofía, que prioriza la vida sencilla y comunitaria sobre el individualismo.
Consejos para una visita inolvidable
Para disfrutar al máximo de esta experiencia, es recomendable evitar las grandes ciudades y explorar las carreteras secundarias. Cada rincón del condado de Lancaster tiene algo que contar, desde mercados agrícolas hasta talleres artesanales. Observar y aprender de los amish es una oportunidad única para reflexionar sobre la simplicidad y la conexión humana en un mundo cada vez más digitalizado.
Una visita al condado de Lancaster no solo es un viaje geográfico, sino también una inmersión en una forma de vida que desafía las convenciones modernas. Es una invitación a desconectar y a redescubrir la esencia de las relaciones humanas y la simplicidad.